El problema de la centralización en el Perú radica en las deficiencias del sistema político y económico que lleva rigiendo el país desde los tiempos coloniales. Con esto no se quiere afirmar que el país ha mantenido el mismo modelo por generaciones, sino que una serie de prácticas reprochables como la corrupción y la discriminación al hombre andino, se han ido perpetuando hasta la actualidad, en cualquiera de sus formas. A continuación, el equipo de Todos somos peruanos ahondará este concepto, dividiendo a los factores en tres: históricos, políticos y socioeconómicos. Esta organización permitirá al lector, una mejor percepción de un mal que ha aquejado al país desde sus primeros pasos como nación.
1. Factores históricos:
Previamente a la invasión de los españoles, el Perú poseía una organización social jerarquizada, así como una economía equitativa para la población peruana. Estaba conformado por diferentes grupos sociales, cada uno cumplía una función específica, ya sea la administración de recursos, dirección política y militar o trabajar en las tierras para proveer el alimento al pueblo y la clase alta, debido a estas razones el Perú sí era un país descentralizado. No obstante, los españoles invadieron el territorio peruano en el año 1532 trayendo una serie de reformas estructurales que transformaría el panorama social y económico del Perú que persiste hasta la actualidad. A continuación, se explicará los principales eventos históricos que transformaron al país en una nación centralista.
En primer lugar, la conquista del Perú provocada por los españoles (1532-1572), quienes devastaron las principales ciudades incas, ubicados en la sierra peruana, este acontecimiento provocó que la zona andina peruana perdiera materia demográfica, organización agrícola, minas de metales preciosos; también, la pérdida de hogares de muchas familias indígenas, las cuales terminaron careciendo de recursos básicos como alimentos, un entorno estable para su desarrollo y un trabajo que garantice su supervivencia. Por ello, en la actualidad, las regiones afuera de la capital no poseen servicios fundamentales como salud, educación, agua y electricidad. Luego, durante la época colonial (siglo XVI), los hispanohablantes implantaron una cadena burocrática, la cual evitaría que cada región del país se desarrolle por su cuenta, cualquier reforma fue supervisada y controlada por los invasores; es decir, impedía la autonomía local e influencia civil. Por esta razón, las provincias no son capaces de disponer de un plan de desarrollo político y social propio ya que dependen del apoyo que les proporciona el gobierno central. Además, en el plano económico, los españoles construyeron centros mineros en los cuales eran dirigido por los corregidores quienes aplicaban la mita, que consistía en un sistema de trabajo forzado y obligatorio para los aldeanos de la sierra causando que estos últimos vivieran en condiciones precarias.
Por otro lado, aunque el Perú se independizó, aún continuó el régimen centralista durante la República peruana. Por ejemplo, durante el siglo XX, en la capital habitaban un total del 5% de la población nacional, lo que en la actualidad es el 28%; esto es debido a que Lima obtiene una mayor ganancia económica en comparación con las provincias, pues tiene una mayor capacidad industrial y recursos financieros. Aparte, como lo describía Jorge Basadre, el Perú es un estado centralista a partir de la falta de comunicación y apoyo económico del gobierno central a los regímenes provinciales para futuros proyectos de progreso social e infraestructura; incluso, durante el siglo XIX, se organizaban Juntas de Gobierno para guiar a los mandos locales a desarrollarse, pero nunca fueran efectivas ya que nunca fueron recibidos por el gobierno central. En la actualidad, para solucionar este problema, el estado debe crear instituciones endémicas con el propósito de organizar un plan de progreso local con visión a futuro. Por último, mientras que en los departamentos periféricos se encontraban en una situación crítica, en la región de Lima se concentró todo el poder político; por lo tanto, se embelleció la ciudad y se construyeron carreteras, escuelas, universidades y hospitales, esto provocó la migración de los provincianos a la capital quienes tenían la esperanza de conseguir servicios básicos como educación, domicilio y salud.
En conclusión, estos sucesos históricos ocasionaron que el Perú pasara de un país descentralizado, en el cual la población gozaba de bienes alimenticios y eran encargados de una función específica para el crecimiento local, a una nación centralizada, en las que muchas regiones muestran muy poca competitividad en comparación con la ciudad de Lima. Según, el índice de competitividad Regional 2018, publicado por el Instituto Peruano de Economía, el cual compara las regiones del Perú entre ellas valorizándolas de acuerdo a su situación relativa como el entorno económico, infraestructura, salud, educación, campo laboral e instituciones; el resultado muestra que ciudades importantes como Cajamarca (25), Puno (24), Ayacucho (19) y Pasco (18) se encuentran en los últimos puestos, mientras que el departamento de Lima, que se ubica en el primer puesto en cinco de los seis campos, muestra una superioridad incomparable que afecta el desarrollo sostenible del Perú, pues las provincias carecen de una autonomía propia y dependen económicamente y socialmente de Lima.
Arriba: Reproducción en óleo de la toma del Cusco por las tropas españolas de Francisco Pizarro y sus aliados, los indios cañaris en 1533. El colapso de los núcleos urbanos incaicos como Cusco o Cajamarca, tras la conquista hispana, fue un antecedente clave para la decadencia de la valoración cultural indígena, y la posterior centralización del Perú en la costa, bajo los intereses españoles en la nueva capital, Lima. Fuente: Historia de Latinoamérica.
2. Factores políticos:
El fenómeno de la centralización en el Perú representa un problema crítico tanto para la ciudad de Lima, como para las provincias. El economista Efraín Gonzales de Olarte lo llama “aglutinación de fuerzas políticas en una determinada región”. Esta concentración inequitativa del poder político en Lima nos lleva a preguntarnos cuáles son los papeles que estos actores políticos juegan en esta problemática.
Según el historiador Alberto Adrianzén en su obra Perú hoy. Centralización y concentración, en el país no existe un sistema de partidos políticos consolidado. Contamos con un sistema dominado por el nombramiento de candidatos a dedo (sin elecciones primarias previas), el tráfico de influencias, y lo más resaltante: la presencia masiva de partidos que no cuentan con ideologías claras y comprometidas por el país. Estas organizaciones destacan por promover únicamente la imagen del candidato, aspecto que condiciona la existencia del partido a la participación y liderazgo de una sola persona. A nivel nacional, se destaca la crisis política que ocasionó el partido oficialista Contigo (ex Peruanos por el Kambio), tras la caída política de su líder, Pedro Pablo Kuczynski. La centralización del partido en la figura de PPK produjo un partido de bases endebles y gestor de un poder ejecutivo sumiso a una oposición parlamentaria oportunista. Partiendo de este ejemplo, es apreciable como el caudillismo político tiene consecuencias negativas a nivel nacional, influyendo en el fenómeno de la centralización. Puesto que el ascenso al poder de organizaciones personalistas promueve el oportunismo político, y los intereses ajenos al desarrollo nacional. Por ejemplo, a nivel regional, dichas organizaciones sirven como una mera plataforma para personajes inescrupulosos que buscan lucrar con la política. Percy Medina, el representante peruano en IDEA internacional lo resume de la siguiente forma: “Muchos movimientos regionales no son movimientos, sino son personajes que han creado una organización para poder postular, son personalistas. En la misma línea, un informe de RPP en 2017 lo reafirma: Para abril de ese año, 22 de los 24 gobernadores regionales en funciones. Esto es perjudicial para el desarrollo de las regiones, porque en diversas ocasiones, la falta de escrúpulos de estas autoridades no se hace esperar. Asimismo, otro aspecto resaltable es que las organizaciones políticas regionales cuentan con poco o nulo alcance fuera de su región de origen. Este problema se vincula con el siguiente factor político que contribuye a la centralización del Perú: la representación regional limitada. Para poner un ejemplo, desde el 2006, el sistema electoral peruano incluye una ley que obliga a todos los partidos políticos a incluir un mínimo de 15% de indígenas en sus listas de candidatos para consejeros regionales y municipales. El problema es que para 2014, solo 95 provincias de 18 regiones aplican esta “cuota nativa”. Por lo tanto, el proyecto aún está considerablemente lejos de contar con alcance nacional. Igualmente, si las minorías no son representadas, el propio sistema político peruano, no produce una mayoría política que actúe a nivel nacional, y plantee una visión como país. Países vecinos como Ecuador, Colombia y Bolivia poseen estas mayorías, a pesar de ciertas controversias. Irónicamente, la política peruana se compone de partidos minoritarios y oportunistas que van surgiendo y compitiendo elección tras elección, sin que prevalezcan proyectos a largo plazo de país.
En conclusión, los factores políticos que limitan la aplicación de reformas y proyectos que favorezcan al país, radican en un sistema de partidos políticos deficiente y una representación regional limitada. El Perú requiere de reformas políticas urgentes que reivindiquen el rol secundario que históricamente las regiones han tenido en la política nacional. Reformas que se centren en la participación ciudadana de comunidades excluidas y la instauración de un sistema multipartidista exigente y comprometido con el interés popular. Estas medidas serían trascendentales para la futura composición del Perú como una nación moderna, libre y justa.
Abajo: Una madre indígena emitiendo su voto . La inclusión de los pueblos originarios en la vida ciudadana ha tenido avances limitados desde que la Constitución de 1979 aprobara el voto universal. La cuota indígena de representantes rara vez se cumple en las jurisdicciones. que se ha impuesto, y no se auguran proyectos que reviertan esta situación en el corto o mediano plazo. Fuente: Blog Cooperación.
3. Factores socioeconómicos:
Desde el inicio de la historia republicana, nuestro país se ha caracterizado por ser centralizado y concentrado, debido a una herencia de la época virreinal. La centralización, se define como la aglomeración de poder político y social por un determinado grupo de personas o instituciones, las cuales toman las decisiones más importantes. Y la concentración, que se refiere a un aspecto más económico, se expresa como acaparar las actividades económicas, el capital y los asalariados en específicos puntos geográficos. Según el economista Efraín Gonzales de Olearte, el Perú presenta una combinación de concentración-centralización, a causa de que, las principales instituciones y entidades públicas tienen como sede Lima Metropolitana, ya que un 35% de los electores se concentran en dicho lugar. Además, propone que la economía peruana funciona en un sistema de centros y periferias, en el cual todos los mercados regionales toman como base el mercado limeño.
El Índice de Competitividad Regional es un instrumento que permite calcular los niveles de competencia entre las 26 regiones del país en cinco aspectos: economía, gobierno, infraestructura, personas y empresas; cada una de estas, se miden desde diferentes puntos de vista, pero en un mismo enfoque sistemático, y la competitividad se divide en siete secciones, desde el más alto al más bajo. En el 2018, estos resultados colocaron a Lima Metropolitana con un puntaje de 71,65 (medio alto), en el primer lugar de esta lista. Asimismo, como líder de cuatro de los cinco pilares (economía, empresas, gobierno e infraestructura). Por otro lado, en el segundo lugar, se encuentra Moquegua con un nivel bajo de competitividad (46,77) y liderando el aspecto de personas. De acuerdo con el Instituto Peruano de Economía, con estos resultados se interpreta la existencia de una relación directa entre competitividad y desarrollo económico. Así, por ejemplo, Huancavelica es la región menos competitiva con una valoración de 16,25, volviéndola a su vez en la región más pobre del Perú.
El departamento de Áncash se encuentra en el puesto 13 (31,82) de este ranking de competitividad y es la quinta economía nacional, al aportar un 4,1% del Valor Agregado Bruto (INEI,2017). En particular, su economía se caracteriza por la extracción de minerales y la pesca, siendo Chimbote uno de los principales puertos del país. Sin embargo, estas ganancias no se distribuyen de manera equitativa entre todas las provincias y distritos, tal como es el caso de la zona de Tangay, ubicado en el distrito de Nuevo Chimbote en la provincia de Santa, donde se puede observar las deficiencias de la institución educativa N°88218, que no cuenta con los servicios básicos y la obra de reconstrucción sigue inconclusa desde el 2013. Creando indignación en la población y como lo expresa una de las pobladoras de esta zona:“Como somos minoría no nos hacen caso”, puesto que es una zona rural, a la cual las autoridades no toman en cuenta y se puede comprobar, cuando se observa el presupuesto canon destinado a la zona urbana y rural con 32 millones y 8 millones de soles, respectivamente (MEF,2018).
Continuando con el tema de la educación, de acuerdo con el Banco Mundial, para el 2017 el Perú invirtió solo el 3,9% del PBI, convirtiéndolo en el país que menos presupuesto destina para la educación en Sudamérica. Esto se refleja en las cifras de gasto público por alumno, las cuales en Lima Metropolitana son: S/.3044 (inicial), S/. 2982 (primaria) y S/.5940 (secundaria), y en Lima Provincias en los tres niveles son: S/. 2007, S/.2337 y S/.3188 (INEI,2017). Por otra parte, en el 2019, según Carlos Oliva, ministro de economía y finanzas, el gobierno central destina un 3,8% del PBI nacional, que se distribuye en el mantenimiento de las escuelas, aumento de salarios a los maestros y en las universidades públicas.
En la premisa para el sector salud del 2017, se destinó 29 500 millones de soles, de los cuales S/.17 335 millones, aproximadamente 2,9% del PBI, fueron para el sector público. Hay que mencionar, además la población asegurada al Sistema Integral de Salud que representa al 52,2% de la población total del Perú, equivalente a 16 614 845 millones de habitantes, por zona geográfica, representan: 44,5% en la costa, 35,1% en la sierra y 20.4% en la selva, y por tipo de régimen: 99% subsidiado (16 442 625) y 1% semicontributivo (172 220) (OGTI,2017-I).
Finalmente, el número de afiliados a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) por departamento hasta abril del 2019. En el Sistema Privado de Pensiones, los departamentos con menos afiliados son: Madre de Dios con un 0,3% (21 678), Amazonas (0,5%), Pasco (0,5%) y Tumbes (0,6%), que coinciden con niveles bajos en el pilar de personas del ICP. En cuanto, los que poseen más afiliados: Lima con un 45% (3 221 301), La Libertad (6,3%), Piura (5,5%) y Arequipa (4,3%); incluso entre estos primeros lugares, existe una amplia brecha de diferencia.
En conclusión, definitivamente vivimos en un país con grandes desigualdades internas y nos damos cuenta que gran parte de nuestra historia se ha visto ligada a este aspecto. Es decir, Lima Metropolitana durante muchos años se ha convertido en el eje de todo el Perú en la fisonomía política, económica y social, dejando de lado a las demás regiones. Creando menos oportunidades de crecimiento económico y un atraso en las zonas rurales.